Mundos imaginados y paisajes irreales

 

La mayoría de los que me conocen saben que tengo dos pasiones principales: la Geografía y el friquerío. Llevo siendo un fan del rol, la ciencia ficción y la fantasía desde antes de conocer mi vocación. Y hay algo que siempre me ha corroído por dentro. Como le pasaba a Conrad, siendo un chaval me pasaba horas revisando mapas y repasando con el dedo localizaciones lejanas. También en los de Tolkien o en los paisajes imaginados de la Era Hyboria, o en Barsoom, delimitando los reinos de los marcianos de cuatro brazos.

Esto se puede seguir haciendo cuando uno es adulto. Pero ahora para hacerlo debo quitarme las gafas de geógrafo, o quedar decepcionado a la primera. En esto la ignorancia da la felicidad. Cuando no tienes los conocimientos suficientes, te importa un pito. Uno se pone a ver cómo los fallos de los mapas de su infancia se repiten incesantemente en todos los mapas y paisajes fantásticos de las publicaciones actuales. Si eso pasa y afecta a las tramas, me revuelvo inquieto. Como si a una peli que te gusta mucho le cambiaran el doblaje.

Que conste que casi siempre me abstraigo, consciente de que los mapas y las descripciones están al servicio de la trama. Pero es que incluso el más detallista de los escritores comete errores tan garrafales que el hecho de que te esté describiendo la guarida de un dragón no los tapa. Los escritores son escritores, y no cartógrafos. Vale. Tampoco son Geógrafos, bioclimatólogos, geólogos, geomorfólogos ni paisajistas. Vale. Y muchos mapas los hacéis vosotros con todo el amor. Todo OK. Pero siguen siendo mapas de fantasía, que se parecen a la realidad muy poco.

 

La mayoría de los mapas ponen el Norte como referencia, una convención bastante extendida: hacia “arriba” es donde señala la brújula. Esto no siempre ha sido así. Los musulmanes ponían “arriba” el sur, y los enanos de Tolkien ponían el arriba en el este.  Al fin y al cabo es una convención que no afecta a la realidad. Con los mapas de fantasía nos encontramos con un problema de concepto. Son mapas, luego son representaciones de la realidad. Vaya, pues esto es un problema, por que la realidad que representan, simplemente no existe. Obviemos eso, que es mucho obviar. El escritor debe tener nociones de cómo es su mundo. Supongamos que no es Terry Pratchett y esto se la bufa, y que quiere ser lo más cercano a la realidad. Entonces hará un mundo esférico, o al menos no será un mundo plano o completamente plano.

Tenemos la primera en la frente: la proyección. Para representar algo que no es plano sobre un plano, debemos proyectarlo. Esto se hace modificando distancias y/o las formas para que encajen en una superficie plana. Es una cuestión que ha llevado de cabeza a los cartógrafos. Hay quien piensa que la proyección de Mercator, que es una de las más extendidas y reconocible, está hecha así por algún tipo de gurú del capitalismo, y que por eso empequeñece a los países del sur. Supongo que no han ido más allá. Esta proyección recoloca el mundo para situar las masas continentales habitadas de forma que puedan dibujarse adecuadamente. No respeta ni formas ni distancias, pero permite trazar rumbos con líneas rectas, ¡algo muy importante! Para medir, tenemos los paralelos y meridianos. Los mapas de fantasía suelen escoger de forma inconsciente la proyección de Mercator, por la simple razón de que se dibujan sobre un plano con forma rectangular. ¿Nadie se ha planteado que las formas y distancias en este tipo de plano no son reales?

Para conocer cómo de modificadas están y descubrir distancias reales necesitaremos de meridianos y paralelos, pero los mapas de fantasía muy raramente los dibujan. Debe ser por que suenan a convención eurocentrista, o algo así.

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Lo otro: la escala. Mira qué mapa más bonito. Es el de Canción de Hielo y Fuego. El Norte, buah, que bien representado. El muro, atiende, que tiene 300 millas. Mira qué bien representado: al norte hace frío, al sur hace como en Valencia en primavera. Es que lo tiene todo. Uf. Amigos, siento sacudir el guindo. El mundo de Juego de Tronos tiene menos sentido que un caparrón en un gintonic. ¿De verdad, Martín, el muro mide 300 millas? ¿No te has pasado un poco? Si utilizamos eso como escala de ese mundo, (y obviando la proyección porque patatas) y precisamos distancias, Westeros es por sí solo es un continente de 4000 y pico kilómetros. ¿Y esa facilidad con la que los personajes ¡y ejércitos! viajan esas distancias? ¿Sabéis lo que costaba antiguamente trasladar un ejército al otro lado del mundo? Tanto que casi nunca compensaba lo que se iba a conquistar…
Los fans de este universo han hecho unas cuantas cábalas al respecto, pero claro, no hay quien se aclare… https://lossietereinos.com/tamano-del-mundo-hielo-fuego/

Si no se tienen en cuenta proyecciones, escalas ni tamaños relativos, regiones gigantescas de los mundos imaginados se encuentra prácticamente vacías, sin una triste aldea de orcos en la inmensidad del papel en blanco. “Pero es que mi mundo es de grande sólo como la Tierra. Mira esos continentes, ¡qué detalle!” Pues siento decirte que tu mundo, tal y como lo concibes, suele ser del tamaño de las Canarias. Si me aprietas, como las islas de Japón. El nivel de detalle que tiene el mundo real es completamente asombroso. En un mapa de un Mundo Imaginario, ese detalle se pierde como un pedo en el aire. Los personajes viajan enormes distancias sin quitarse una ampolla o los reinos cambian en tres kilómetros. De una Persia con centauros a un yermo helado regido por yetis. Es cuestión de detalle, de relleno. Hay quien lo resuelve bien (Tolkien) haciendo de cada viaje una aventura y hay quien bueno, nunca le han preocupado esas cosas (Martin, cof, cof).

 

Sigamos. Tenemos Norte. Tenemos proyección. Tenemos escala. O por lo menos, escucha, no nos importan esas minucias de cartógrafo. Mira qué costas las de Terramar. Mira qué cabos y qué golfos y qué islas tiene Terrinoth. Y mira, Beleriand: una pasada. Y qué me dices de Essos.

Resulta que los continentes se forman por algo. Se llama tectónica de placas, pero también hay toda una serie de factores que dominan la creación de tierra firme, y que los dibujantes de mundos fantásticos suelen pasarse por donde no alumbra el sol (Anar).

No hablo sólo de movimientos tectónicos. Hablo también de arrecifes, de puntos calientes en el manto, de vulcanismo, de arcos isla, de ángulos de subducción, de hidratación de la corteza oceánica, de cuencas de antepaís… En muchos casos, los inventores de estos mundos no tienen interés en esto, lo cual es legítimo; o nacieron antes de que se conocieran las teorías que los sustentan. Ok. Hay quien usa esos recursos y va más allá de usar un mapa al servicio de la narración o el juego. Se agradece, pero que cuente con todos los efectos para parecer real, no significa que lo sea. Es que no tiene que parecerlo. Cualquier discusión sobre ello es espúrea.

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En serio, los mundos de fantasía no son reales. El mundo real es consecuencia de millones de años de conformación geológica, pero el paisaje que vemos es consecuencia de milenios de climas diferentes interactuando con el relieve. Paisaje es lo que describimos, pero paisaje es también la conjunción de los elementos abióticos, bióticos y humanos y su evolución durante el tiempo, que suele ser largo. Geomorfología, tectónica, geología, pero también evolución de los dominios morfoclimáticos y bioclimáticos. Y ahí es donde la mayor parte de los mundos imaginados se desmoronan ante mis ojos y tengo casi siempre que quitarme las gafas de geógrafo para disfrutar.

El mejor mundo de fantasía jamás creado, con las más y mejores descripciones, un nivel de detalle churrigueresco y miles de horas de pensar y recrear no puede compararse con una sombra de la realidad.

Pongamos el Kheled-zâram. Tolkien describe un lago proglaciar, seguro uno que había visto en la realidad en Europa. Para que haya lagos proglaciares, debió existir una era glacial que durara muchos miles de años, y luego un interglacial como el actual que los deje al descubierto. La Tierra Media Tiene unos 7000 años. No hay constancia de la existencia de un período glacial. Quítate las gafas de geógrafo, no pasa nada.

La Tierra Media es un gran Continente al estilo de Pangea. Encontramos grandes praderas interiores, bosques, grandes ríos, una ausencia de verosimilitud en la circulación de los vientos, una situación de los dominios morfoclimáticos completamente aleatoria, las potencialidades bioclimáticas totalmente trastocadas, volcanes donde no debería haberlos.

Personalmente, cuando veo un paisaje o un mapa de fantasía me tengo que quitar las gafas de geógrafo. Es como ver una película. En realidad, es como estar viendo todo el rato Knightriders, de Romero, que no se puede tomar muy en serio. Por muy buena que sea esa escena en la selva, cuando has estado en la selva sabes que el lugar en donde se ha rodado es una plantación de banano. El actor corta una rama para abrir paso y es inevitable pensar ¿Cuánto le habrán pagado al dueño de la finca para hacer el mono así?

 

Cualquier mapa de fantasía, cualquier paisaje descrito es eso: fantasía. Recomiendo que disfrutéis de ellos y no les déis más vueltas, ni más importancia de la que tienen.
Para más información recomiendo a @geoinfinita, especialmente https://www.geografiainfinita.com/2020/05/los-mundos-imaginarios-mapas-fantasticos/?ut

 

Este artículo fue publicado en formato Hilo de Twitter. Juancho @Dumagul es un friki, pero también es doctor en Geografía.

 

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