Se cumplen 20 años de una película que marcó una época a muchos niveles, tanto a nivel artístico, efectos especiales y también como no, a nivel de guión. Me gustaría empezar con que para mí, como para muchos, sólo vale la pena la primera película porque las otras dos eran para estirar algo que no merecía la pena hacer. Al final esto es Hollywood y necesitan ganar dinero. Dicho esto pasamos a lo que verdaderamente importa de esta película, su guión. Un guión que seguramente tenga fallos como todos, nadie ni nada es perfecto. Pero si ves más allá de una película de ciencia ficción donde un programa informático es quien domina la realidad del ser humano, verás Matrix, y Morfeo (Lawrence Fishbourne) te ayudará a diferenciar entre la realidad y la mentira en la que vives contínuamente. Te despertará de ese sueño en el que tienes que trabajar para pagar facturas y tener hijos porque la presión social así lo demanda. Y sí, eres una pila para que el sistema en el que vives siga funcionando sin trastocar los planes de nadie.
Durante la primera media hora de película, vemos como Neo, interpretado por Keanu Reeves empieza a despertar de un mundo del que ya sospechaba y en el que no estaba muy a gusto. Cuando ya despierta en el mundo real hay una frase que marca el inicio de lo que vamos a ver. Neo, pregunta a Morfeo que por qué le duelen tanto los ojos. Morfeo le responde que jamás los había usado y que pronto llegarán las respuestas.
Esta sensación es algo por la que mucha gente, incluso tú, que estás leyendo esto -por cierto, gracias- habéis tenido. Esa venda en los ojos durante muchos años y que poco a poco os habéis ido quitando hasta descubrir, quizás no toda la verdad, pero sí parte de ella. Es liberador y asusta saber la verdad en algunos momentos y quizás tengas las ganas de volver a esa ignorancia, a esa bendita ignorancia en la que no te importa de dónde vienen las zapatillas que llevas puestas y quién las ha hecho y a qué precio. De no saber de dónde viene la comida que comes y así suma y sigue.
Lo real, tal y como dice Morfeo, es una consecución de señales eléctricas que nuestro cerebro interpreta. Te propongo un reto, algo muy fácil. ¿Estas preparado? Vale, perfecto. Imagina un plátano. ¿Ya? Vale. Seguramente te ha venido a la cabeza un plátano amarillo con motitas negras. En realidad un plátano no tiene por qué ser amarillo, sino más bien verde y no tiene por qué tener motas negras. Todas estas suposiciones son las que tu bendito cerebro, gracias a los anuncios, películas y dibujos han hecho que tú tengas esa imagen en la cabeza. Nuestro cerebro construye al mismo tiempo que tú intentas ver las cosas gracias a que la luz pasa por ellas y del imaginario colectivo que tenemos las cosas. Pero no veamos la palabra ver como algo meramente físico, sino también a nivel social. Esta película ataca esos dos conceptos. No sólo es lo que comes o vistes, sino lo que te han hecho pensar que eres, lo que debes hacer y cómo hacerlo.
El camino de Neo es el que todos deberíamos realizar en la vida si no vivimos en Sion. Nadie dijo que sería fácil. Más bien es tortuoso y doloroso porque a nadie le gusta salir de zona de confort. Ahí se está calentito y cómodo como un gato al lado de la chimenea en invierno. Lo doloroso es salir de ahí y enfrentarte al mundo tal y como es.
La película de Matrix puede ser muchas cosas, pero la más increíble es el poder que tiene para que al menos, nos planteemos las cosas establecidas durante dos horas.
“Matrix es un sistema Neo. Ese sistema es nuestro enemigo, pero cuando entre ves hombres de negocios […] son los mismos que intentamos salvar, pero hasta que no lo hagamos siguen formando parte de ese sistema y eso hace que sean nuestros enemigos. Tienes que entender que la mayoría de ellos no están preparados para ser desactivados y muchos están tan habituados, dependen tanto del sistema, que lucharían para protegerlo”
Tómate la pastilla roja.
Esta es la edición Italiana, con los mismos discos que la versión española, pero mas barata, y con mas extras!
