La época navideña es una época de ilusión no solo para los más pequeños. Hay muchos mayores que siguen manteniendo ese juego de los regalos con la gente que quiere porque importa algo más que los regalos; importa ver la cara de la persona que lo recibe. ¿Y si regalamos algo a alguien desconocido? No veremos su cara cuando lo reciba; no sabremos quién es, pero sabremos que hemos hecho algo por alguien de manera desinteresada, porque hacer algo por alguien solo porque quieres hacerlo es también un regalo.
Todos tenemos juguetes que ya no usamos desde hace mucho tiempo por una y otra razón. Podemos darle una segunda vida, como si de Woody y Buzz se tratara, porque que ya no lo utilicemos no significa que hayan dejado de ser útiles. Un juguete, siempre que se cuide, claro, puede tener una vida útil de muchos años. Un juego de mesa jamás pasa de moda. Gracias a la moda de lo retro las consolas están ya condenadas a morir guardadas en un armario o ir a la basura.
Existen algunas asociaciones como Amigos del Alamillo o Ningún niño sin sonrisa que se dedican a recoger juguetes de segunda mano y nuevos para repartirlos entre niños cuyos padres no disponen de medios económicos para cumplir con los deseos de sus cartas. Podéis picar en los nombres de ambas asociaciones para acceder a sus respectivas páginas webs por si os interesa ayudar.
