Las nuevas generaciones de roleros

Nace tu hijo, sobrino, hijo de mejor amigo… y te das cuenta de que esa cosita que llora, come y de vez en cuando apesta, tiene mucho potencial rolero.

Sí, sí. Ahora sólo regurgita y hace unos ruiditos muy raros, peeero se le va notando un carácter destructivo-agresivo que te hace pensar que este va para bárbaro de cabeza. O bardo, porque ¡vaya pulmones! Y no veas que crack de la estrategia. Su plan malvado para volver loco a sus padres va viento en popa.

En este punto, hay que confesar que el sentimiento de orgullo hacia la nueva generación de roleros recién nacidos suele ser más fuerte si el hijo es tuyo. Si es de los demás no sueles dejar que te rechupete en el manual de juego con tanta alegría.

El prerolero aún no es capaz de aguantar la cabeza recta, pero dale un dado, dale. No hay dios que se lo arranque de las manos. Mejor no se lo des, porque viene con tantas ansias de jugar que es probable que se lo coma y tengamos un problemón. Por el niño, no por el dado devorado…

Tranquilo, paciencia… El tiempo pasa más rápido de lo que nos gustaría. Y pronto llegan los tiempos del cuento antes de ir a dormir (o cuando nos apetezca leerlos, oye).

Imagina la escena: progenitor cómodamente recostado con un libro ilustrado entre las manos y bebé saltando en sus costillas y manoteando salvajemente las páginas. Leer así sí que es un toda una aventura llena de peligros.

El devenir de la narración sería más o menos así:

Tú: … para comerte mejoooor.

Niño: Noooo. Lobo maloooo. Le pego pum pum

Tú: Vale, tira un dad… estoooo… que no hijo, que aquí la protagonista es Caperucita Roja que…

Caperucita: Psss psss úsame de PNJ, vas a ver qué divertido…

Tú: Te tiras al cuello del lobo, pero es taaaan suave y peludito que te despistas aporreando… digo acariciándolo. Lo has distraído lo suficiente para que Caperucita huya sana y salva, pero el lobo se recupera de tus masajeos salvajes y se enfrenta a ti, ¿Qué haces?

Niño: Le mueeedo ñam ñam pum pum lobo malooooo.

Es un inicio, el germen de una afición que ya vendrá casi sola. Poco a poco….

De repente, te das cuenta de que el peque ya se hace entender mediante la palabra. Massss o menosss. Y que es un crack tirando dados… Ay madre, ay madre. Que ha llegado el momento. Toca estudiarse todos los sistemas habidos y por haber para no fallar. La primera impresión es importante. Cuanta responsabilidad sobre nuestros hombros. ¿Y si no le gusta rolear?, ¿Y si elijo un sistema demasiado complicado, demasiado terrorífico, demasiado arriesgado…?, ¡¿¿Y si al final no le gusta porque el máster LE ABURRE??!… ¡Basta! No nos pongamos dramáticos, que aún ni hemos elegido a qué vamos a jugar.

En fin, que nos curramos la sesión hasta el último detalle…

 

…Y llega el día.

 

Niño: Zaco una piztola de rayozzzz.

Tú: ¡No hay pistolas de rayos en este universo!

Niño: Zi, mira la mía ziummm ziummm.

Tú: ¡Que no! Y además no tienes ninguna en tu equipamiento.

Niño: Pedo yo quedo unaaaaaa.

Tú: ¡¡Que noooo!!

Bebé nuevo: Guggugaaa slurp

Tú: Y vigila que tu hermano no se coma los dados. ¡Aaarg!

El otro jugador de la mesa (seguramente adulto y pareja del máster): Yo saco el lanzallamas de fotones juas juas.

 

Total, que el niño salta de alegría mientras le cuenta a su otro progenitor, o amigos y familiares varios, cómo acabó con los hombres rata con su flamante pistola de rayos, mientras tú haces recuento de pelos arrancados y buscas en internet cómo suavizar el tic del ojo.

Dónde nosotros vemos componentes hay quien ve deliciosas chuches

¿Vas a tirar la toalla? ¡Nooooooo! Aquí lo importante no es tu estado de nervios. Es que SE LO HA PASADO BIEN. Ha vivido su primera aventura con ficha de personaje incluida. Si no se te pone la piel de gallina es que no tienes corazón…

 

O no, que a lo mejor se lo ha pasado mal, porque puede que la cosa haya acabado con desavenencias varias entre el máster y el churumbel y haya ardido Roma. Tranquilo, que más se perdió en Cuba y ese niño aún no ha caído en el lado oscuro (sin rol, sin alegría…).

 

Deja pasar un tiempo (cuanto más, mejor; que crecen y cada vez muestran más aptitudes hacia la aventura), y vuelve a la carga… aprendiendo de tus errores, por supuesto.

 

Cuando revises que esté todo preparado, chequea también que tus niveles de paciencia y adaptación a situaciones surrealistas estén a tope.

 

¡Y ahí vamos de nuevo! Pantalla de máster y niño o niños (o niña, niñas, bebés… lo que proceda en cada caso) expectantes y con muchas ganas de realizar misiones en familia.

 

¡Seguramente hoy la cosa va a salir perfecta! O no… Cuidado con las expectativas demasiado altas, sobre todo si las mezclas con imprevisibles niños pequeños. No hay que perder de vista el objetivo: ¡Convertir a los peques en roleros de pro en busca de fama, riqueza y gloria! No. Ese no es el objetivo. El objetivo es ESTE: Pasarlo bien juntos.

 

Poco a poco te encontrarás con maravillosas sorpresas que sobrepasan tus aspiraciones, como: “Mamá, he preparado una aventura. Hoy dirijo yo, ¿vale?” o “Mamá, hoy he dirigido mi primer vivo en el patio y se ha unido bastante gente. Tenemos que matar a monstruos y cada uno tiene sus armas y características que les doy yo”. Aviso: ten a mano una fregona o te ahogarás en tus propias babas.

 

Luego llegarán con mecánicas cada vez más complicadas y alucinantes: “Estamos jugando a Mafia. Soy el jefe y les pongo a trabajar en minas y plantaciones de drogas a cambio de u sueldo, que negociamos. Además, tienen que cumplir misiones y así van evolucionando de esclavos, a malos y de ahí a hombres de confianza. También decido quien es va a ser el traidor que va a ir matando al resto hasta que lo descubran…” o “En la aventura de hoy vais a necesitar apoyos u olvidaros de conseguir finalizar con éxito al misión. Cuidado que os pueden salir bichos de las sombras y entonces os pillan de sorpresa y tiráis un dado menos… Acabas de pisar una trampa de línea temporal muahahahaha”. Si es que lo llevan dentro estos peques… Orgullo máximo modo on. Y si a estas alturas algunos padres del entorno empiezan a mirarte raro, no te preocupes. Seguro que es por envidia.

Estos dados seguro que no se los comen

También descubrirás que no sólo ellos, que tienen unos padres aficionados y dispuestos a jugar al 100%, se ponen a rolear en cualquier momento explorando nuevas mecánicas y con ganas de más. También sus amigos preparan unos juegos impresionantes a la primera ocasión. Son carne de rol de mesa en cuanto se les presente la oportunidad, lo huelo, lo huelo… Dentro de poco los dados rodarán en los patios de los colegios… Y cuando hay pifias y críticos ya no hay stop… o algo así. Esa semillita que plantaste (noooo, no tienen nada que ver con el tema de hacer a los bebés), digo, que esa semillita rolera que has ido plantando desde que le pusiste al peque un babero de cthulhu y un body del Señor de los anillos, está germinando, creciendo, floreciendo… Tú ya me entiendes.

 

Y en el próximo episodio… Cómo elegir sistema para su primera partidita rolera. Un evento que es mucho más emocionante que cuando dan sus primeros pasitos. No hay comparación.

 

2 comentarios sobre «Las nuevas generaciones de roleros»

  1. Mi hija tiene 7 meses… Cuando llegue el momento será rolera, por obra y gracia de su padre y no de su madre… Pero ante todo será para que se divierta y sepa que hay algo más que un mundo de obligaciones y abrirle un mundo de ilusión y fantasía…

    1. Pues ya irás comprobando que los peques tienen un don natural para jugar al rol y llevarlo a su máxima potencia en surrealismo e imaginación sin límites. Me parece que la que va a acabar abriéndote un camino inexplorado hacia la ilusión va a ser ella jajaja Me alegro de que te hayas puesto una meta tan loable. Os lo vais a pasar de miedo los dos viviendo mil aventuras 🙂
      A ver si acabáis contagiándole el gusanillo rolero a su madre 😉

¡No te vayas sin comentar!

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

RSS
Follow by Email17
Twitter
YouTube
Instagram
Telegram
Tiktok