Jugando al rol con niñas – Mi experiencia personal

“Por Juan Carlos Azpurua”

Con este texto, quisiera comenzar una serie artículos dedicados a los juegos de rol enfocados al público infantil. Y como jugador de rol (y ahora director de juego) y padre de 3 niñas, creo que lo mejor es comenzar con mi propia experiencia personal.

Tengo más de 25 años que comencé a jugar rol. Como la mayoría de jugadores de esa época, mi primer acercamiento fue con Advanced Dungeons & Dragons (AD&D) y La Llamada de Cthulhu, la edición de JOC Internacional. Hasta mediados de la década del 2000 fui bastante activo, con dos grupos de juego estables y recurrentes, e incluso llegaba a dividir mi tiempo con el Magic, lo que no es poco. Sin embargo, poco a poco las responsabilidades del mundo adulto fueron quedándose con el poco tiempo libre del que disponía.

Dejé de jugar al rol, y cada vez jugaba menos Magic, si bien con mi grupo de amigos nos reuníamos al menos una vez al mes para echar unas partidas. Me casé, y al poco tiempo nació mi primera hija, y un par de años después mis dos hijas gemelas. Mis libros, cartas y juegos, quedaron prácticamente en el olvido acumulando polvo en las estanterías durante varios años. Pero ya la semilla estaba sembrada, solo esperaba el momento propicio para germinar.

Pasaron los primeros y difíciles años de crianza, y cuando mis hijas alcanzaron una edad lo suficientemente apta para comprender los juegos, decidí ir iniciándolas en el maravilloso hobbies de jugar, tanto videojuegos como juegos de mesa y de rol. En mi casa, siempre se ha respirado un profundo ambiente friki, principalmente por mi afición a coleccionar figuras de acción y videojuegos, por lo que nada de esto era ajeno a ellas, habiéndolo conocido desde su nacimiento.

Entre mis aficiones de coleccionista también tenían cabida los juegos de mesa “vintage”, como los maravillosos juegos de CEFA y Milton Bradley de los 80’s, e incluso un poco más atrás, los de IDEAL de los 60’s y 70’s. Fue entonces cuando comencé a interesarme por el mundo de los juegos de mesa modernos, que aunque ya los conocía y había jugado un par, no había sentido un interés real por ellos. Con una edad que consideraba ideal (6 y 8 años respectivamente) decidí que ahora era ya el momento de dar el paso definitivo con ellas. Comenzamos con los juegos de las editoriales HABA y DJECO, las versiones “junior” de los clásicos como Catan, Carcassone y Stone Age, y varios juegos de DEVIR (originalmente de Drei Magier Spiele) dirigidos especialmente al público infantil: La escalera encantada, El laberinto mágico y La torre encantada.

Poco a poco fue creciendo nuestra incipiente colección de juegos de mesa infantiles, y entre compra y compra, no puede evitar fijarme en un par de libros que en ese momento eran una novedad: Magissa y Pequeños Detectives de Monstruos. Nunca habría imaginado que existirían libros de rol especialmente dirigidos a niños. Pensaba que, de querer jugar rol con mis hijas, tendría que esperar hasta que tuvieran al menos 15 años para poder llevarlas a los mundos de Faerûn, Krynn y Arkham, con el riesgo que conllevaba que, para esa edad, sus intereses fueran otros (como es normal) y me ignoraran completamente creyendo que eran desvaríos de su viejo y friki padre. Decidí comprar y leer ambos libros, maravillosos los dos, mientras seguíamos jugando juegos de mesa. Pero aún me faltaba dar el paso más importante: perder el miedo para dirigir un juego de rol con ellas.

Tenía casi 20 años sin dirigir una partida de rol, y nunca lo había hecho con niños, por lo que no sabía cómo podrían reaccionar ellas, o peor aún, como debería reaccionar yo ante unas jugadoras tan atípicas. Porque no es lo mismo una partida de un juego de mesa, en el que todos los jugadores (en teoría) están en igualdad de condiciones, que un juego de rol donde el director de juego lleva un gran peso y de él depende en gran medida cómo se desarrolle la aventura.

Así, llegaría el año 2018, y decidimos apuntarnos en las jornadas LES (Ludo Ergo Sum) que se celebraban en Madrid. Allí, tuvieron la oportunidad de jugar una partida de rol en vivo de Pequeños Detectives de Monstruos, en lo que sería su primer acercamiento real a los juegos de rol, y además, de conocer un juego de rol infantil que se presentaba como novedad ese año: Buscaduendes. Al mismo tiempo, iban adquiriendo experiencia con juegos de mesa cada vez menos infantiles, como El Hobbit, El Señor de los Anillos, Colt Express, The Island e incluso algunos dungeon crawlers como Mice and Mystics y Fábulas de Peluche. Pero yo seguía sin atreverme a dirigir.

Llegó este año, el infame 2020, y ocurrió algo que trastocaría nuestra rutina de vida: el COVID-19. Con la pandemia llegó el confinamiento, la suspensión de los colegios y el teletrabajo. El tiempo en casa para compartir en familia aumentó de manera considerable, y trajo consigo la oportunidad que estaba esperando. Después de incontables “papá, ¿cuándo vamos a jugar esos juegos que compraste?” refiriéndose a los manuales de Magissa y PDM y a la caja de Buscaduendes, decidí dar un paso al frente. Luego de nuestra primera sesión me arrepentí… de haber esperado tanto tiempo.

Comenzamos con Buscanduendes, y la experiencia fue sencillamente increíble. Decidí empezar por este juego debido a su parecido con un juego de mesa, al traer un mapa, hexágonos de terreno, varios dados y un montón de cartas, fichas y monedas. Pensé que esto haría la transición más sencilla, de un juego de mesa tradicional a un juego donde no hay tablero sino simplemente una hoja de personaje. La primera sesión, o sesión cero como también se le conoce, fue la de creación de los personajes. Les di unas sencillas pautas y a partir de allí ellas dejaron volar su imaginación. Las reglas de este juego son muy sencillas de explicar, por lo que no hubo mayores problemas. Ya estábamos listos para comenzar.

Las dos primeras sesiones fueron utilizando la aventura introductoria que trae la caja. Pero de allí en adelante, me di cuenta que se nos iba a quedar muy corto el material incluido en la caja, por lo que a partir de allí, decidí ir expandiendo por mi cuenta el mundo que allí presentan. Al principio adaptando aventuras de otros juegos, como D&D 5ta edición y Labirynth Lord, pero luego creando mis propias aventuras, algo que nunca pensé iba a poder hacer y mucho menos jugando con niñas.

El resultado fue que jugamos una campaña que duró casi 6 meses, llegando incluso a tener sesiones 2 y hasta 3 veces por semana, de unas 3 horas de duración cada una. Se involucraron intensamente con el mundo y con las aventuras que vivían, y yo daba rienda suelta a mucho del material que tenía almacenado durante años, tanto en libros físicos como en mi propia mente. Todos descubrimos que jugar rol en familia es una de las experiencias más maravillosas que puede haber y que toda familia debería probar al menos una vez en su vida. Los niños crecen muy rápido.

En un próximo artículo me gustaría ahondar más en cómo ha sido nuestra experiencia con Buscanduendes, e ir describiendo cómo ha sido la campaña que jugamos y dar algunos consejos para dirigir una partida con niños y hacerla lo más amena, divertida e interesante posible.

Un comentario sobre «Jugando al rol con niñas – Mi experiencia personal»

  1. Lo importante es que diste el paso y todas las aventuras que vais a vivir desde ese primer momento 😀
    Genial el post. Deseando leer el siguiente.

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