El chico escapó corriendo de la casa hacia ningún lugar en concreto. Tan solo
deseaba estar lo más lejos posible de aquel lugar espantoso en el que el eslogan «La
experiencia de escape definitiva de tu vida» había adquirido un significado macabro. El chico
corrió sin parar hasta que el corazón le latió tan rápido que parecía estar a punto de
explotar.
Después, siguió corriendo, hasta que una raíz le puso la zancadilla y cayó.
Solo entonces advirtió que era de día, y que estaba perdido en mitad del bosque.
Se levantó a duras penas, pero se mareó y se sentó en el suelo con la espalda apoyada sobre el
tronco de un árbol cercano. Intentaba recordar la noche anterior, pero a su memoria
solo acudían extraños cánticos acompañados de espantosas imágenes de cosas que no deberían
existir. Pensó por un momento en la inmensa suerte que había tenido por poder salir
de allí y en que, ojalá, alguno de los demás hubiera podido escapar también.
El chico se incorporó y tomó aire un momento, observando la luz del sol traspasando
las hojas de los árboles en absoluto silencio. Después siguió corriendo con la
esperanza de ir en línea recta.
SERIE: RELATOS I.