Día 20: Habla con ellos, que ya no están.

La navidad es una época en la que nos bombardean desde todas partes con dos cosas. La primera de ellas es la idea de que tenemos que consumir como si no hubiera nada más después de las fiestas. La segunda es que tenemos que estar alegres, ser buenos, repartir felicidad…

La navidad es, al mismo tiempo, una de las épocas más tristes y depresivas del año. Quien no haya perdido a alguien en esta época o a alguien a quien le encantara no puede hacer otra cosa que ponerse triste. Hay quien llega a odiar estos días y su, reconozcámoslo, casi obligada jovialidad. Da igual que tengas motivos más que fundados, que encima te miran mal y eres la persona rara. Esos que te consideran así en realidad no saben la suerte que tienen. Ellos no saben lo que es no poder ver de nuevo a esa persona que le encantaba montar un belén en casa o el árbol de navidad. Ellos no saben lo que es pasar por un escaparate y ver, por ejemplo, una chaqueta que le quedaría genial a esa persona y darte cuenta un instante después de que no se la puedes regalar. Creedme, que en ese momento sientes como si se crease un vacío a tu alrededor aunque haya cientos de personas pasando a tu lado. Lo único que te importa es que ya no está contigo.

Puedes rechazarlo todo y hacer como si no hubiera navidad. Puedes centrarte en el trabajo como si fuera un día cualquiera de marzo. Creas una coraza, te encierras para que esa felicidad y esa pretendida alegría del ambiente no te haga más daño…

Pero pasa el tiempo, todo comienza a doler algo menos. Quizá llega a tu vida alguien que ha pasado por lo mismo. O no, tampoco importa tanto. Siempre es mejor levantar un peso con ayuda. Hasta que llega un momento en el que los recuerdas y puedes esbozar una sonrisa repasando aquellos momentos felices que viviste con los seres que has perdido. Esos momentos son irreemplazables, como lo fueron ellos.

Por eso en este día os queremos proponer que recordéis a las personas que ya no nos acompañan en la vida, que les contéis vuestros planes como si ellos fueran a participar. Si no os veis capaces, basta con un simple Feliz Navidad. Hacedlo por ellos si no podéis por vosotros, como si fueran a estar a vuestro lado en la mesa a la hora de cenar. Es posible que el dolor no llegue a desaparecer, pero su ausencia va haciendo menos daño porque se va imponiendo el sentimiento de amor hacia ellos. Hasta que, un día, sin darte cuenta, los recuerdas y sonríes con sinceridad.

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